Esperar es un deber, no un lujo.

Esperar no es soñar, es más bien el me­dio para transformar un sueño en realidad.

Felices aquellos que se atreven a soñar y están dispuestos a pagar un precio más alto para que el sueño sea realidad en la vida de las personas.

El Papa Francisco nos habla del “contagio” de la esperanza. “No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la Resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no pasa por encima del sufrimiento y de  la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando en bien el mal”.